Todo está conectado con Todo.
Esta vez me apetece jugar, cogiendo tres fotos al azar voy a escribir un artículo sobre el tema de la sanación, una historia de ficción sería demasiado fácil así que vamos a ver qué línea argumental y enseñanzas podemos sacar de la interacción de estas tres fotos.
Con la primera hemos tenido suerte, un terapeuta debería ser un faro para sus clientes, no precisamente en un día tan luminoso como el de la foto sino cuando es de noche y hay tormenta. Todos sabemos, o deberíamos saber, más o menos que la vida se parece más a navegar que a un viaje en tren, aunque nos empeñemos en lo contrario. El viaje en Ave nos garantiza cuando saldrá, a qué hora llegara, lo podemos comprar muchos meses antes… me hago funcionario, compro seguros de vida, de coche, de hogar, de cuernos… algo que me asegure que nunca me los pondrán, pura paranoia. En el mar, cada día es distinto, no ves la tierra, a pesar de todo el aparataje electrónico pueden fallar mil cosas, desde el motor hasta el gps, chocar contra algo, hombre al agua… . Como terapeuta debes poder ofrecer a tus clientes un punto de referencia, una estabilidad de la que ellos en esos momentos carecen. No olvidemos de paso que el terapeuta también está navegando, no en tierra firme, como máximo podría ser una de esas boyas ancladas al fondo con una campana y una lucecita en la punta. El terapeuta tiene que saber navegar mejor que su cliente y también bajo que certezas anclarse al fondo.
Mi labor concreta de Acompañamiento al Inconsciente sin duda enlaza perfectamente con esta segunda fotografía de mil caras. Ya he hablado otras veces de las máscaras que la educación, la sociedad, las creencias o prejuicios nos obligamos a llevar. Ponemos una máscara de sumisión con el jefe, de arrogancia con el más débil o ignorante, de beatitud cuando vemos a nuestro hijo y cara de viciosillo cuando llega el verano. Cada máscara expresa una emoción o una forma de afrontar una situación de la vida. En la Nueva Medicina Germánica ( un tema muy largo que afrontare en otro artículo ) se relaciona cada enfermedad con una emoción dolorosa, intensa y asumida en solitario que el cuerpo somatiza de determinada manera. MI clave como terapeuta es encontrar que máscara uso la persona ante determinado mazazo de la vida. Que cara puso mi clienta cuando encontró a su marido en la cama con otro hombre. Que cara tenía el niño de 5 años cuando su madre abusaba de él. La máscara que utilizo cuando padre cuando le comunicaron la muerte de su hijo, y así infinitos rostros para expresar las emociones básicas del ser humano.
Esa es la cara que tengo que encontrar entre todas ellas, la máscara que tengo que volver a poner delante de mi consultante por doloroso que sea, la máscara que luego de llorar y maldecir tendrá que aprender a comprender, perdonar y finalmente amar. Solo así podrá volver a dejarla en el muro a la espera de otra persona que vuelva a utilizarla hasta que todos podamos aprender esa lección y dejarla allí para siempre.
Con respecto a la última foto no le encuentro relación con las otras, me escudo en que yo también estoy navegando y afortunadamente no soy perfecto para completarlo todo. Si acaso la percepción de que detrás de las máscaras no hay realmente nadie, solo un gran vacío que atestigua y que mira mudo nuestras hazañas. Un vacío impersonal en el que cabemos todos, en el que estamos todos, un vacío que lo es TODO y de donde TODO surge.
-Y me quedo tan ancho.
-Lógico, con tanto vacío.
TODO esta conectado con TODO.
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